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Trump afronta un maratón de negociaciones comerciales con su posición debilitada

La rectificación del presidente ante la presión de los mercados expone sus limitaciones a la hora de emprender una agresiva guerra comercial contra todo el mundo

“Cuando un país (EE UU) está perdiendo muchos miles de millones de dólares en el comercio con prácticamente todos los países con los que hace negocios, las guerras comerciales son buenas, y fáciles de ganar”. Ese tuit de Donald Trump de 2018 define la filosofía que ha puesto a prueba este mes y ha fracasado. Si las guerras comerciales son buenas cuando se tiene déficit, y dado que Estados Unidos ...

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“Cuando un país (EE UU) está perdiendo muchos miles de millones de dólares en el comercio con prácticamente todos los países con los que hace negocios, las guerras comerciales son buenas, y fáciles de ganar”. Ese tuit de Donald Trump de 2018 define la filosofía que ha puesto a prueba este mes y ha fracasado. Si las guerras comerciales son buenas cuando se tiene déficit, y dado que Estados Unidos cerró 2024 con un déficit comercial récord de 1,2 billones, declarar la guerra comercial a todo el mundo a la vez le pareció una gran idea al presidente de Estados Unidos. El revés en los mercados, sin embargo, ha obligado a Trump a corregir el rumbo. Su marcha atrás le lleva ahora a emprender un maratón de negociaciones, pero con una posición negociadora debilitada tras haber comprobado que las guerras comerciales son fáciles de perder.

A Donald Trump le tembló el pulso ante el desplome de Wall Street y el castigo a los títulos del Tesoro en el mercado de bonos. Esa es una señal de debilidad que le acompañará durante los próximos 90 días, el plazo inicial que se ha dado para cerrar acuerdos con sus socios comerciales. No es un plazo cerrado. Este jueves le preguntaron a Trump si cabía la posibilidad de una prórroga si llegado el momento, en la primera quincena de julio, no hay acuerdos. “Veremos”, contestó.

Las negociaciones están en marcha. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, se reunió este jueves con el Viceprimer Ministro Ho Duc Phoc de Vietnam. Acordaron iniciar conversaciones formales sobre comercio recíproco entre ambos países. “Durante sus conversaciones, el secretario Bessent hizo hincapié en la importancia de mantener el contacto con los socios comerciales y en la necesidad de lograr avances rápidos y demostrables para resolver las cuestiones pendientes”, informó el Departamento del Tesoro en un comunicado.

“Ya tenemos ofertas sobre la mesa de más de 15 países”, indicó en la cadena Fox News el director del Consejo Económico Nacional, Kevin Hassett. “La Administración está estudiando esas ofertas y “decidiendo si son lo suficientemente buenas como para presentárselas al presidente”, añadió. Antes, en la cadena CNBC, dijo que el número de países que están iniciando activamente negociaciones “se acerca a los 20″. Hassent distingue entre esas conversaciones algo más concretas y los meros contactos. Trump dijo el miércoles que más de 75 países se han puesto en contacto con funcionarios estadounidenses para negociar sus nuevos aranceles en una reunión con congresistas republicanos en que se deslizó por el terreno de la vulgaridad: “Me están besando el culo”.

Trump se refirió a las negociaciones este jueves durante una reunión de su Gabinete. “Tenemos a Scott aquí y a Howard y a algunas de las personas que están trabajando en los acuerdos, y el mayor problema que tienen es que no tienen suficiente tiempo en el día. Todo el mundo quiere venir y hacer un trato. Y estamos trabajando con muchos países diferentes, y todo va a salir muy bien. Creo que va a salir muy, muy bien”, dijo el presidente, en referencia a su secretario del Tesoro, Scott Bessent, y al de Comercio, Howard Lutnick, que le acompañaron en el momento de rendirse a la presión de los inversores en el mercado de bonos.

Los que rodean a Trump le ven como un gran negociador y se remiten a su libro de memorias, El arte del acuerdo. El presidente, sin embargo, ha comprobado que la paciencia de los inversores es limitada y eso es algo que ya saben también los países que van a negociar con él. Es muy posible que Estados Unidos pueda obtener concesiones, pero lo que no parece tan evidente es que no hubiera podido lograrlo sin haber provocado el daño que ha causado a la economía estadounidense.

China es un caso aparte. El presidente cree que el déficit comercial de Estados Unidos le sitúa en una posición ventajosa en la guerra comercial. Que, en última instancia, si el comercio entre ambos se paraliza, se reducirá el déficit y Estados Unidos saldrá ganando. Pero eso, indica Adam Posen, presidente del Instituto Peterson de Economía Internacional, parte del error conceptual de pensar que el comercio es un juego de suma cero, cuando en realidad lo habitual en el comercio es que los dos países salgan ganando.

Además, Posen discrepa de la idea de que sea Estados Unidos el que parte con ventaja. “Es China quien domina la escalada en esta guerra comercial. Estados Unidos recibe bienes vitales de China que no pueden ser sustituidos a corto plazo o fabricados en el país a un coste que no sea prohibitivo. Reducir esa dependencia de China puede ser una razón para actuar, pero librar la guerra actual antes de hacerlo es una receta para una derrota casi segura, con un coste enorme. O dicho en términos de Bessent: Washington, y no Pekín, está apostando todo a una mano perdedora”, sostiene en un artículo publicado este miércoles bajo el título Las guerras comerciales son fáciles de perder.

Daño económico

La incertidumbre se ha adueñado de la política comercial estadounidense. No se sabe si habrá acuerdos ni con qué contenido ni en qué momento. Trump asegura que espera que los primeros tratos se cierren muy pronto, pero las dudas al respecto condicionan (o distorsionan) las decisiones de inversión y consumo. Antes de la entrada en vigor de los aranceles a los automóviles se dispararon las ventas de coches. Este jueves, en una entrevista televisiva, el consejero delegado de Amazon, Andy Jassy, señalaba que se estaban produciendo algunas compras nerviosas en anticipación de posibles subidas de precios. “Es difícil saber si se trata solo de una anomalía en los datos porque solo han pasado unos días, o cuánto tiempo va a durar”, indicó.

Esa incertidumbre, sin embargo, es pésima para las empresas y un freno para las decisiones de inversión y las operaciones corporativas. Los aranceles a las importaciones procedentes de decenas de países han pasado por cuatro niveles en cuestión de días. Los productos de la Unión Europea, por ejemplo, estaban en los niveles bajos o exentos el 2 de abril, cuando Trump compareció con su cartel. El sábado pasaron al 10%; el miércoles, al 20%, y horas después, vuelta al 10%, eso sin contar los aranceles a aluminio, acero y coches. Con China, en lo que va de año, la secuencia ha sido desde el nivel original a aranceles del 10%, 20%, 54%, 84% y 145% (incluido un paso fantasma por el 125%) en función del capricho del presidente. En ocasiones, los aranceles han entrado en vigor antes de que se publicase la norma que los establecía.

Incluso con la pausa de 90 días a los mal llamados aranceles recíprocos, la tasa universal del 10% para la mayoría de las importaciones y el 145% aplicado a China siguen suponiendo una escalada proteccionista sin precedentes en Estados Unidos desde hace un siglo. Pero tan malo como los aranceles en sí es la inseguridad jurídica, la incertidumbre y la falta de confianza. Ni siquiera se puede contar con que Trump cumpla los acuerdos comerciales que firme, como ha demostrado al saltarse el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá que negoció en su anterior mandato.

La credibilidad y fiabilidad de Estados Unidos están en entredicho. Gran parte del daño está hecho, como señalaba a Bloomberg Bob Diamond, el antiguo consejero delegado de Barclays, que ahora dirige Atlas Merchant Capital, para quien la pausa no lo arregla. “¿Cambia esto el hecho de que hemos creado una relación diferente con nuestros aliados más cercanos?”, dijo. “El daño causado a la confianza en Estados Unidos como aliado y socio no se ha arreglado”, añadió. Quizá haya algo más que “problemas de transición”, como los llamó Trump.

Hace solo unos meses nadie habría creído que un país considerado siempre el aliado más importante de Europa actuaría “como un niño inmaduro”, dijo el ministro esloveno de Finanzas, Klemen Bostjancic, a la cadena pública RTVSLO, en declaraciones recogidas por dicha agencia. “Los últimos días han parecido como si viviéramos en un reality show”, declaró. “Por desgracia, este espectáculo es muy serio”, añadió.

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